martes, 25 de marzo de 2014

Madrid y Galdós. Estreno de Alceste en el teatro de la Princesa.


La noche del martes 21 de abril de 1914 se estrena en el teatro de la Princesa la obra de Eurípides, Alceste, adaptado o renovada por Benito Pérez Galdós en beneficio de María Guerrero. Se representa al mismo tiempo que otra obra teatral de género incierto -o más bien bufo- que llevaba por título Junta nacional de homenaje a Pérez Galdós, suscripción fomentada para procurar homenajes a la figura del viejo y paupérrimo Galdós, que pueden conocer visitando este enlace.

Eurípides.-Que sea enhorabuena, D. Benito.
Galdós.-Gracias. Perdone usted que le reciba vestido tan modestamente;
¡pero querido Eurípides, hay que fomentar la suscripción!

El estreno
Entre el público asistente al estreno se encontraban Alfonso XIII y Victoria, las infantas Isabel y Paz, la princesa Paz y las más aristocráticas familias de la Corte, que tributaron calurosas ovaciones a Pérez Galdós y efusivos aplausos a los intérpretes de la obra. En la conclusión de los dos últimos actos, el maestro tuvo que salir varias veces al escenario para recibir calurosos aplausos.

María Guerrero, que interpretó el papel de Alceste, estuvo acompañada por un excelente reparto entre los que se encontraban las señoras Torres y Salvador y los señores Díaz de Mendoza (Mercurio), Thuillier (Hércules), Vilches, Salvador y María Cancio, Codina (Admeto), Cirera, Carsi, Juste y Mesejo

Para la presentación escénica, Díaz de Mendoza, que a sus condiciones de actor unía las de director de escena, fue asesorado por el ilustre arqueólogo D. José Ramón Mélida y después de consultar innumerables documentos de Arte, Historia y Arqueología, realizó una labor admirable. Decorados, trajes, accesorios, todo tenía el carácter y ambientación de la época, lo que dio por resultando la composición de una serie de cuadros que produjeron un efecto prodigioso. La del primer acto reproducía el peristilo de un palacio; la del segundo era la estancia de Alceste en el palacio de Tesalia, y la del tercero representaba un jardín de lograda perspectiva y en el fondo un artístico templo griego que por su arquitectura evocaba al Partenón.

Fotografía de Salazar
La Esfera, 29 de abril de 1914


Repercusión en la Prensa
El País del 21 de abril de 1914, anticipa el estreno con una fotografía en portada:




Al día siguiente, el mismo periódico publicará otra fotografía relacionada con el estreno de Alceste; esta vez será del anciano novelista y la sublime actriz María Guerrero.



Escribe Manuel Bueno en el Heraldo de Madrid del miércoles 22 de abril:
"Dando muestras una vez más de un criterio artístico sano y hospitalario, la Empresa del teatro de la Princesa nos ofreció ayer, coincidiendo con el beneficio de María Guerrero, las primicias de la célebre tragedia de Eurípides, refundida y mejorada por el maestro Galdós. [...] Alceste es la tragedia de la abnegación conyugal. En ese punto, Galdós ha respetado el pensamiento del poeta griego en toda su integridad."

El Imparcial de misma fecha, José de Laserna hace una sinopsis de la obra adaptada por Galdós y añade:
"En la presentación, el resultado ha correspondido plenamente a las intenciones del autor.
La Alceste galdosiana es una hermosa tragedia moderna. La unidad del plan, la vigorosa sobriedad de la acción, la noble y natural elevación del estilo son verdaderamente magistrales.
Enfocado el asunto, sin que la ilación se despiste un solo momento, el dramaturgo va directo y seguro, graduando progresivamente el interés y la emoción, hasta el desenlace culminante.
Cuando, cordialmente aclamado, salía anoche á las tablas vacilante D. Benito Pérez Galdós, el ambiente de clara y pura serenidad artística en que habíamos respirado dos horas reavivaba en mí un recuerdo de la antigua Grecia.
Evoqué la austera figura del viejo Timoleon, que después de haber asegurado á su pueblo la libertad y la democracia, ciego y achacoso aun acudía con su consejo y su discurso a los graves problemas del Gobierno.
Plegué á Dios que, como a él, la gratitud y la liberalidad de sus compatriotas le premien á nuestro venerable Galdós toda una larga vida de ímprobo y glorioso trabajo."

La Ilustración Artística del 27 de abril publica un artículo sobre el estreno de Alceste, acompañado por la fotografía de un acto de la obra y un retrato de Galdós en la temprana madurez y otro de María Guerrero, (este último del fotógrafo Kaulak.)



Alceste, de Benito Pérez Galdós
Pérez Galdós venía fraguando desde 1895 la adaptación de la obra de Eurípides con la intención de llevar el teatro a cauces "más naturales" [1], es decir, hacia el realismo y el simbolismo, "los cuales fueron introduciendo, no sin dificultad, un teatro nuevo a un público poco receptivo a «todo lo diferente»".[2]

En "El mito de Alcestes, de Eurípides a Galdós", crítica textual de Dolores Thion Soriano Mollá, se entiende la adaptación como una "renovación" o una actualización del antiguo drama al punto de vista de Galdós sobre el sistema social y político de su tiempo.

"Mediante su desacralización y acentuación de sus caracteres, el entorno mitológico pierde sus valores simbólicos para adquirir otros más humanos. En unas escenas vivas, con diálogos repletos de humorismo y exageraciones, Galdós descompone el universo mítico en un doble nivel aparentemente desestructurado: el Olimpo de los Dioses ya no encarna el orden moral universal sino la injusticia y la tiranía. Paralelamente, las élites del poder, en su mayoría, encarnan la corrupción en lugar del orden moral humano. Los grandes temas de la espiritualidad y los valores rectores del universo serán puestos en tela de juicio: los dioses, el albedrío, la fatalidad, la justicia, la virtud... serán criticados con la deformación caricaturesca pero simpática y llana de aquella deidad. Quién podría imaginar a Mercurio afirmando:
-Sí, ya te he dicho que en el Olimpo me aburro lo indecible. No tienes ni idea de lo desabrida que es la conversación con los dioses. ¡Siempre lo mismo!... Que si las leyes universales, que si la armonía eterna, que si la infinidad de lo infinito... Por eso adoro yo a la Humanidad, y es mi mayor placer andar entre los mortales..." [3]

"En definitiva, Galdós contribuye con Alceste a la regeneración del teatro español conduciéndolo por los derroteros de un simbolismo conciliable con la naturaleza y sencillez que tanto preconizó. Galdós crea una nueva versión del mito de Alceste innovadora y original, dándole vida de nuevo en el contexto de la España contemporánea. En el tentador juego de la rueda del tiempo, del tiempo presente y de la eternidad, Alceste convertirá personajes, temas y eventos teatrales en símbolos y alegorías. Así, la historia de la fábula, la de España, quedará definitivamente redimida como fábula histórica y mítica." [4]



Carta de Galdós "a los espectadores y lectores de Alceste"
El País del 22 de abril publica la carta que Galdós dirige "a los espectadores y lectores de Alceste", como el escritor quiso titular su misiva.
Dicha carta será insertada como prólogo de la edición impresa de Alceste. En ella Galdós justifica la mayoría de las licencias que se otorga para la composición de su tragicomedia con el propósito, como hemos dicho, de modernizar el mito de Alceste y crear el interés de suerte que llegue a interesar o despertar la curiosidad del amodorrado público.

Esta fueron las palabras de don Benito:
"Tiempo ha que me sentí cautivado por la tradición de Alceste, reina de Tesalia, ejemplo y cifra de abnegación sublime, alma candorosa y poética que ilumina las edades remotas en que la Historia se confunde con la Mitología.
Asunto tan bello parecióme muy adecuado para presentarlo en forma teatral con procedimiento y estilo modernos.

Mi primera labor fue escudriñar en las lejanías obscuras de la vida helénica los hechos que determinaron aquel caso de altruismo heroico, desde la sentencia de Admeto hasta la muerte y resurrección de la joven y amorosa reina.
En la confusión que envuelve esta leyenda he podido determinar la fecha probable. Eumelo, hijo mayor de Alceste, á quien presento con ocho años de edad, figura en la «Ilíada», canto segundo, mandando once de las naves que fueron a la conquista de Troya. Estaba casado con una hermana de Penélope, y combatió valerosamente en las huestes de Aquiles y Agamenón. En la «Odisea» también habla el padre de la Poesía de las proezas del hijo de Alceste. Determinemos, pues, con la vaguedad de la cronología helénica, que nuestro asunto fluctúa entre los años 950 y 980 antes de la Era Cristiana.

Viejecillo es el tema: estamos en la época arcaica. Decidido a llevar al Teatro la leyenda de Alceste, la opinión de José Ramón Mélida, y las expresivas observaciones do María Guerrero, maestra insuperable en todas las artes de la escena, moviéndome a la acción al tiempo de Perícles, el más apropiado para dar esplendor a los accesorios de la fábula teatral. Ya en el terreno de las licencias, hube de tomar otras. La primera fue sustituir el personaje de Apolo por Mercurio, pues esta divinidad, más en contacto con los mortales, me facilitaba la modernización de mi tragicomedia, dando a tal figura el carácter irónico y familiar que me convenía. Otra licencia, de la que no me arrepiento, es sacar a escena a la madre de Admeto con el nombre imaginario de Erectea, formando con ella un carácter tan acentuado como el del anciano Pherés, padre del rey de Tesalia. Nuevas licencias o libertades lícitas en todo arte advertiréis en la presentación de los parásitos, agasajados en el palacio y mesa de los reyes; el historiador Gorgias, el filósofo Aristipo, Cleon el astrónomo y el citarista Polícrates.

Reforma tan arbitraria como legítima es utilizar el Anfictionado o Federación tesálica como recorte dramático que determina y refuerza el hermoso acto de Alceste.
Ni esto ni los parásitos, ni los caracteres de Pherés y Erectea, encariñados con la Regencia Trina; ni la intervención de Hermes humanizado y eléctico, ni el indumento vistoso, se acomodaban á la época arcaica, en la cual la tosquedad de la arquitectura, la simplicidad de los trajes y la barbarie de las costumbres amenguarían el encanto del artificio teatral.
La más famosa obra, entre las muchas que inspiró la leyenda de Alceste, es la tragedia de Eurípides, representada en Atenas el año 438, antes de Jesucristo. Atentamente leída una y otra vez, pensé que para interesar al público de nuestros días erame forzoso desarrollar la acción con método absolutamente distinto al seguido por el maestro helénico, que, naturalmente, se cuidaba de agradar a sus coetáneos. La prolija disputa entre Apolo y el Genio de la Muerte; las lamentaciones del Coro, por cuyas bocas expresa el poeta sus pensamientos, supliendo en ocasiones el sentir de los personajes vivos; la 'Parabase'; el discurso de Escoliasta ante la 'Caterva' de comediantes, huelgan en nuestro tiempo, como no revistan el carácter de curiosidad arqueológica. Pero he prescindido de ello en la firme creencia de que tales curiosidades son más leídas que para representadas.

El único contacto que tiene la obra que vais a leer con la tragedia de Eurípides está en el pasaje de ternura en que la reina moribunda se despide de sus hijos, de su esposo y de su servidumbre. Por caminos enteramente distintos a los de Eurípides llego al desenlace, la resurrección de Alceste. Presento a Hércules como el héroe invicto, cuya misión es limpiar de monstruos toda la tierra y restablecer la justicia entre los mortales. Dignifico al personaje omitiendo los actos crapulosos y glotonería, que daban ocasión a las risotadas y bullanga de los espectadores atenienses en la representación de la obra de Eurípides. La solemnidad trágica se convertía en jácara bufonesca,según consta en documentos literarios que han llegado hasta nosotros. Para precipitar la solución final, el hijo de Júpiter, que se ha expresado con la mesura y elocuencia propias de su abolengo divino se convierte en dramaturgo ante el cadáver de la hermosa reina, y con ardoroso conjuro la saca del sombrío imperio de la Muerte.

Termino asegurando que la abnegación de la reina de Tesalia tiene todo el valor ético de un sacrificio cristiano. Ni en la mitología india, ni en la caldea, ni en la escandinava encontramos un acto semejante al de la divina Alceste, consumado diez siglos antes de Jesucristo. 
Benito Pérez Galdós
Madrid, 21 de Abril de 1914."


Alceste, de Gluck
Esperamos que los amantes de la literatura y el teatro hayan disfrutado de la breve reseña sobre el estreno de Alceste, de Pérez Galdós. Poco falta para conmemorar el centenario de aquel acontecimiento teatral.

Más antigua aún, sin serlo tanto como la obra de Eurípides, es la ópera que compuso Christoph Willibald Gluck, con libreto del italiano Ranieri de Calzabigi, estrenada en Viena el 26 de diciembre de 1767.

La ofrecemos a los también enamorados de la música.





Bibliografía

[1] Pérez Galdós, Benito. Nuestro Teatro, Obras inéditas, Renacimiento, Madrid, 1923, vol. 5, pp. 96-98.

[2] Thion Soriano-Mollá, Dolores. Notas de reproducción original: Otra ed.: VI Congreso Internacional Galdosiano (1997), [Las Palmas de Gran Canarias], Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2000. Publicación: Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003. pp. 861

[3] Ibíd., pp. 866

[4] Ibíd., pp. 871



En todos los casos cítese la fuente: Valero García, E. (2018) "Madrid y Galdós. Estreno de Alceste en el teatro de la Princesa.", en http://historia-urbana-madrid.blogspot.com.es/ ISSN 2444-1325

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