martes, 10 de septiembre de 2013

Madrid, 10 de septiembre de 1913

Efemérides del 10 de septiembre de 1913

Miércoles 10



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Mínima   13,2º





Contenido:
Fomento de las Artes - La necesidad de médicos a domicilio - Accidente en la estación de 'las Pulgas' - Paseo de los Melancólicos - En Madrid se evita la huelga minera

1913
SEPTIEMBRE
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Fomento de las Artes
Desde el día de hoy de hace cien años quedaba abierta la matricula para las numerosas clases que sostenía la importante Sociedad obrera Fomento de las Artes, que presidía el ilustre hombre público D. Eduardo Dato.
Las clases de instrucción primaria para niños y niñas estaban funcionando desde el día 1.º de septiembre.
Todas las demás enseñanzas para la mujer y para el hombre comenzarían en 1.º de octubre.
Entre estas clases figuraban las de Dibujo geométrico y arquitectónico. Aritmética, Gramática, Geometría, Contabilidad, Francés, Inglés, Dibujo de figura. Acuarela, Taquigrafía, Gimnasia, Corte y confección de prendas de señora y de caballero. Declamación, Confección de sombreros. Caligrafía, Solfeo, Piano, Confección de flores y otras.

El merecido crédito de que gozaban las enseñanzas del Fomento de las Artes, aumentando en cada curso el número de sus alumnos, hizo necesaria una importante obra en el domicilio de la Sociedad para la ampliación de clases.
En la casa del Fomento se levantó un piso más, quedando el edificio en admirables condiciones.
Las nuevas clases: biblioteca, salón de actos y otras dependencias se inauguraron durante aquel curso.

El domicilio de la Sociedad obrera Fomento de las Artes estaba en la calle San Lorenzo, 15.

SAN LORENZO, 15












La necesidad de médicos a domicilio
En la calle de Ferraz falleció un pobre niño de dieciocho meses, llamado Fernando Castillo Álvarez, enfermo de difteria, y al cual conducía su madre en brazos para que le auxiliasen en el Instituto Llorente.
La pobre madre, Elena Álvarez Bramas, domiciliada en la calle del Ferrocarril, 6, fue acometida de un violento accidente nervioso al ver morir a su hijo en sus propios brazos.
En otras ocasiones la Prensa se había ocupado de la anomalía que suponía sacar a la calle a los niños diftéricos para que los asistiesen en las Casas de Socorro o en los Consultorios particulares, procedimiento que resultaba hartó peligroso no sólo para el enfermo, sino desde el punto de vista de la higiene pública.
El niño muerto en la calle de Ferraz había atravesado todo Madrid, desde la calle del Ferrocarril, en los brazos de su madre, y a su paso había sembrando el terrible germen diftérico, susceptible de ser recogido por otros niños, indefensos ante el ignorado peligro.



Se calificaban estos hechos de delito de lesa humanidad y se pedía no seguir procediendo de ese modo. Las autoridades tenían el ineludible deber de evitar aquello, facilitando todos los medios posibles para que los niños diftéricos fuesen asistidos en sus propios domicilios, y prohibiendo de un modo radical que pudiesen ser auxiliados en ninguna consulta pública, fuese oficial o particular, gratuita o de pago.

Puede parecer una idea discriminatoria para el madrileño de hoy, pero debemos tener en cuenta que hace cien años Madrid no era la ciudad más segura en lo referente a higiene y salubridad.
El alcalde intentaba por todos los medios erradicar la viruela, y otras enfermedades, así como mantener calles y locales en un estado decoroso, fomentando la higiene en los ciudadanos.



Accidente en la estación de 'las Pulgas'
En los muelles de la estación Imperial, llamada también de 'las pulgas', falleció el mozo Manuel López Arias.
Mientras se realizaba la descarga de los vagones allí estacionados, el capataz ordenó que maniobrasen los vagones restantes. Esto ocasionó un choque entre los que maniobraron con los que estaban quietos; el golpe provocó que el nombrado mozo perdiese el equilibro y cayese en la vía justo en el momento que pasaba una locomotora. El pobre Manuel murió arrollado por la máquina.

Estación de las Pulgas
Para descargar la estación del Norte en 1881 se construye como estación auxiliar de mercancías la estación Imperial.
Estaba situada en el Paseo Imperial, y se la conocía popularmente como la estación de 'las Pulgas', por estar destinada a la carga y descarga del ganado del Mercado de Ganado, situado en la Ronda de Segovia.
La estación de 'las Pulgas' servía de enlace entre la estación de Atocha y la del Norte gracias a la línea de circunvalación, hoy Pasillo Verde.
Algunos investigadores atribuyen ese mote a la estación de Delicias, algo que consideramos muy dudoso por cuanto Delicias fue la primera estación de las cuatro grandes construidas en la capital.

En la fotografía vemos la desaparecida estación Imperial.





Paseo de los Melancólicos
La "Gaceta" publica el real decreto de Gobernación referente al proyecto de alineación del paseo de los Melancólicos, cuyo texto dice así:
"Artículo único. Se aprueba el proyecto de alineaciones y rasantes del paseo de los Melancólicos, formado por el Ayuntamiento de Madrid, de conformidad en un todo con el dictamen de la sección do Arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, desestimando, en su virtud, las reclamaciones y recursos incoados contra dicho proyecto."

En el Paseo de los Melancólicos abundaban las casas destinadas a servir de albergue a vagabundos, pordioseros y gentes de mal vivir. Una especie de aduares en donde el hacinamiento reunía condiciones sumamente graves.
La Autoridad municipal se había ocupado desde finales del siglo XIX a mejorar las condiciones higiénicas de esas casas obligando a los propietarios a la instalación de inodoros, facilitando agua y estableciendo un impuesto del que estaban exentas las fincas saneadas.

En la fotografía, del año 1934, vemos algunas de las casas del Paseo y el derrumbe de un taller en el que resultaron muertos barios obreros. También podemos ver una ambulancia del Ayuntamiento y el equipo que prestó socorro a los heridos.





En Madrid se evita la huelga minera
Los mineros de Asturias habían anunciado una huelga general, si los patronos no aceptaban el principio del salario mínimo, y acordaron aplazarla hasta conocer el resultado del Congreso minero celebrado en Madrid. Después de conocidos estos acuerdos, los patronos se reunieron y acordaron que uno de ellos fuese a conferenciar con el representante de los obreros, Sr. Llaneza, y de esta entrevista se facilitó la siguiente nota:

"Reunidos en la oficina de la Unión Industrial los representantes de la Asociación Patronal y el Comité Ejecutivo del Sindicato Minero, acordaron:
Primero. La Asociación Patronal reconoce y acepta el principio del salario mínimo.
Segundo. Ambas representaciones unidas recabarán del Gobierno la inmediata aprobación de una ley en la cual se consigne aquel principio.
Tercero. Mientras llega la fecha de la promulgación, se discutirá la cuantía del salario mínimo, comenzando inmediatamente las negociaciones necesarias en este sentido; y
Cuarto. La representación obrera aplazará la huelga durante el tiempo necesario para la discusión."

Y con esto, se evitó la huelga.



Portadas con arte





Humor centenario

Diálogos:
El maestro. -¿Quitamos un poquito de tupé, señor conde?
Prieto (malhumorado). -No, maestro, no. Si es lo único en que se le conoce la jefatura...



Las fotos
La fotografía de Ballell muestra a las tropas del Batallón de Estella en el muelle de Barcelona preparándose para embarcar en el vapor "Luis Vives" con rumbo a Marruecos.





Recetas de la bisabuela
PARA EL MES DE OCTUBRE (III)
Lebrato salteado
Tres lebratos. Cien gramos de setas. Una copa de jerez. Cien gramos de manteca de cerdo. Un limón.

Los lebratos se limpian, se parten en pedazos y se tienen cuatro horas con zumo de limón.
En la manteca se fríen unos ajos picaditos y las setas, ya probadas, echando en seguida los lebratos y cuando éstos van ya dorados, se espolvorean con sal, pimienta y nuez moscada y se rocían con la copa de vino.
En consumiéndose el vino, se separan del fuego y se sirven adornados con pedazos de pan frito cortados en buena forma y todos iguales.

Coste aproximado, 4 pesetas.


Cardo guisado
Un cardo. Cien gramos de aceite. Cien gramos de piñones.

El cardo debe ser pequeño y blando porque son más tiernos; se limpia de hebras, se parte en pedazos pequeños y se tiene en agua fresca media hora.
Se hierve con agua y sal, poniendo en la boca del puchero una taza con agua y unos pedazos de cardo. Así no se pone nunca negro.
Cuando está tierno, se le quita agua dejándole una poca. Se dora en el aceite un poco de harina, que se mezcla con los piñones machacados, y una rama de perejil y desliéndolo todo con un poco de agua, se vierte sobre el cardo que se deja cocer con el guiso quince minutos.

Coste aproximado, 1,15 pesetas.



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© 2013 Eduardo Valero García - HUM 013-213 EFEMERIDES1913


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