lunes, 1 de julio de 2013

Madrid, 1 de julio de 1913




Efemérides del 1 de julio de 1913

Martes 1





Máxima    33,4º
Mínima   18,2º






Contenido:
Predicciones astrológicas del Almanaque Bailly-Bailliere para julio - Ávila en llamas - La catástrofe de la calle Embajadores - En las calles de Madrid. Contado por los propios vecinos - Agua fresquita del Lozoya - Palomas mensajeras



1913
JULIO
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Comienza un nuevo mes y las vacaciones de verano. Recordemos que el Gobierno había decidido trabajar aún con las Cortes cerradas, por consiguiente no faltarán noticias -y otras barbaridades- de los prohombres en activo.
Los madrileños de hace cien años ya venían sufriendo los efectos de las altas temperaturas. Una manera de combatirlas era salir a pasear por las noches a las afueras de la ciudad -en la Castellana, por poner un ejemplo-, y refrescar el gaznate con brebajes tan estivales como la horchata. Y sobre este manjar de Faraones, dice nuestro amigo Gedeón:
"-Sin ser intención ofender al valenciano, en cuya tierra nació la horchata de chufa, dista mucho de tener el buen gusto que en Madrid. Algunos afirman que es por el agua del Lozoya, otros, más golosos, que es por el azúcar. ¡Misterio! El paladar de este humilde servidor confirma la opinión del pueblo: la horchata de chufas en ninguna parte es mejor que en Madrid." [Ver Los jueves de Gedeón: "Un chico de horchata ¡Hay que ver lo rica que está!"]


Y ahora, antes de comenzar las efemérides de este día, las predicciones astrológicas centenarias del Almanaque Bailly-Bailliere para el mes de julio.



Ávila en llamas
En las efemérides de ayer, 30 de junio, dimos cuenta del incendio que se había declarado en Ávila y del desesperado pedido de auxilio hecho a los bomberos de Madrid.
A las cinco y media de la mañana del día de hoy llegaron los efectivos madrileños y comenzaron las tareas de extinción del incendio con gran dificultad por la falta de agua.
Además de los daños ya descritos, el fuego había alcanzado el Archivo de Pósitos y nada se pudo hacer por  los documentos.
Media población se había quedado a oscuras y al amanecer, debido a las grandes columnas de humo, tampoco se vio mucha luz a pesar de ser un día claro.

Todo hacía suponer que el incendio se había iniciado en la casa número 12, donde se almacenaba gran cantidad de virutas que ardieron al contacto de la chispa desprendida de un cigarrillo.

A las nueve y cuarenta minutos de la mañana, el delegado de incendios, Sr. Reynot, envía un telegrama al alcalde de Madrid:
"Sigue propagación incendio, siendo dificilísimo dominarlo por falta absoluta de agua.
Derrumbamiento medianería arrastró un capataz, un bombero y el corneta de órdenes, pudiendo ser salvados, y físicamente el último de los mencionados resultó con ligeras erosiones, sin otras consecuencias."

Durante la mañana y la tarde, el fuego continuó su avance destructor.
Los bomberos, ayudados por el vecindario, trabajaban sin descanso, habiendo conseguido, después de grandes esfuerzos, localizar parte del incendio, que había destruido las casas números 6, 8, 10, 12, 13 y 14 de la calle de San Segundo, y había destrozado el interior de las casas de la calle de Estrada.
En este momento los bomberos se ocuparon en derrumbar las paredes de las casas para evitar que las llamas se propagasen a las casas vecinas.

A las cuatro y cuarenta de la tarde, el gobernador envía telegrama a la Gobernación:
"Continúa localizado incendio, reducido en estos instantes el inmenso brasero que forman los escombros de las casas destruidas.
Renace poco a poco la tranquilidad en el vecindario, y algunas familias comienzan a trasladar sus muebles a sus domicilios, atendiendo mis cariñosas indicaciones.
Juzgo que ha desaparecido la gravedad del incendio, salvo que el aire no lo reproduzca nuevamente.
Para impedirlo, alumnos, de Intendencia, agentes de vigilancia, pueblo e incluso sacerdotes, han formado una enorme fila para trasladar cubos de agua desde el sitio en que ésta ha conseguido hallarse hasta el lugar del siniestro.
En este siniestro es esta una nota conmovedora, que es el mejor elogio del Ejército y del pueblo.
Como los técnicos, temen desplome de las cornisas de las casas destruidas por el fuego, he cortado la comunicación por medio de la Guardia Civil, para impedir posibles desgracias."

A las nueve de la noche el incendio había quedado extinguido, y a las once partió de regreso a Madrid el equipo de bomberos.
En un primer momento se valoraron las pérdidas en 650.000 pesetas, aunque aún quedaba mucho por verificar.


La catástrofe de la calle Embajadores
Continuaban los bomberos y personal del Ayuntamiento intentando buscar la forma de sacar la apisonadora de las profundidades del gran boquete. Se estimaban tres o cuatro días para conseguir ese cometido.
Mientras tanto, el alcalde, Sr. Vincenti, responsabilizaba del accidente al Canal de Isabel II, que estaba efectuando obras y excavaciones. Decía el alcalde que el Canal debía depender del Municipio.
Por otra parte, aseguraba que se iba a dotar de una pensión vitalicia a la familia del heroico barrendero fallecido el día anterior.


En las calles de Madrid. Contado por los propios vecinos
Calle de San Hermenegildo
En la calle de San Hermenegildo, número 8, tenemos los vecinos un foco de infección, pues se da el caso de estar algunos niños con sarampión malo, tos ferina y hasta viruelas, y aquí nadie se ocupa de mandar a fumigar. Creo un deber
en los médicos ordenarlo; pero, por lo visto, vivimos en un zoco moruno.
Además, es un encanto vivir en esta casa, por los escándalos casi diarios.

Calle de Ribera de Curtidores
Dice Manuel Simarro, un vecino, que "existe una casa en la Ribera de Curtidores, número 23, donde la planta baja la tienen alquilada varios vecinos que se dedican a deshacer todo el calzado viejo que se recoge en las basuras y lo tienen almacenado en las habitaciones donde duermen, pero en grandes montones; además, hizo la gracia el dueño de entarimarnos los pasillos; pero lo hizo de tal forma, que nos han dejado un hueco de más de treinta centímetros del piso al entarimado; excuso decir que por ese hecho tenemos las habitaciones llenas de toda clase de bichos; si esto es higiene, venga y lo vea a quien corresponda; he de advertir que el portero es guardia municipal y mira tanto por los
intereses del dueño, que nos da el agua a los inodoros por las mañanas diez minutos y después la quita, y todo el día estamos sin agua."

Calle de Sagasta
Dice Tomás Diez, otro vecino, solicita "que desaparezca inmediatamente la cartelera que se ha colocado en la glorieta de Bilbao, a medio metro de la verja que circunda la estatua de Bravo Murillo, dando frente a la calle de Sagasta. El tal monumento, sin ser un prodigio, no necesita ocultarse a la vista de los mortales con biombos semejantes.
Si el señor que ha autorizado la colocación de este armatoste lo mirara desde la citada calle de Sagasta, se insultaría a si mismo. Que lo quiten."


Agua fresquita del Lozoya
Las fuentes del vecindario ya traían agua fresquita gracias a las obras realizadas por el Canal en el servicio de distribución de las aguas que abastecían a Madrid.
Se había construido un canal transversal que evitaba la necesidad de verter el agua desde el embalse del Villar al río, como se hacía antes, cuyo lecho recorría al descubierto 22 kilómetros.
Con la nueva obra, el agua llegaba desde la misma presa del Villar a Madrid por un amplio conducto completamente cubierto.
Como el agua almacenada en el embalse provenía de los deshielos de las nieves del Guadarrama, conservaba una temperatura relativamente baja, tanto que a la salida de la presa, en la toma que estaba a 15 metros por debajo de la superficie del embalse, tenía poco menos de 12º; en la terminación del rápido en la salida de Torrelaguna, 13º, y ya en el depósito de Madrid, donde se distribuía por la red de conducción  a todo el término municipal, tenía 15º.



Palomas mensajeras
A las cuatro y media de la tarde fueron soltadas desde la terraza de la cervecería "La Flor y Nata", del Paseo de Rosales, un sinnúmero de palomas mensajeras procedentes de Lieja (Bélgica).
El espectáculo fue de gran interés porque las palomas debían orientarse para emprender el vuelo de regreso a su ciudad.
Se trataba de un campeonato de palomas mensajeras con premios y grandes apuestas.


Humor centenario
La madre entusiasmada.—¡Es mi hijo! ¿Le reconoce usted?
El señor desconocido y malhumorado.—¿Yo? ¡No señora! ¡Que lo reconozca su verdadero padre!


Portadas con arte
Portada de la revista Mundo Magazine del 1 de julio de 1913



Recetas de la bisabuela
PARA EL MES DE MARZO (IV)
Rodaballo en salsa
Un kilo de rodaballo. Ciento cincuenta gramos de setas. Un limón. Medio cuartillo de vino blanco. Cien gramos de aceite.

Se coloca en una besuguera el rodaballo con el aceite, vino blanco, un poco de agua, las setas ya probadas y picadas, el zumo de limón, sal y pimienta; cuando ha hervido lo bastante para que el pescado esté cocido, se saca y se coloca en una tartera sobre pan rallado, con perejil, ajo picado y pimienta negra; se pone encima otra capa del mismo pan, las setas alrededor y dos cacillos del caldo en que se coció. Se mete en el horno hasta que toma color.

Coste aproximado, 8,25 pesetas.


Crema frita
Un cuartillo de leche. Ciento cincuenta gramos de harina de arroz. Cien gramos de azúcar. Dos huevos. Doscientos gramos de pan rallado. Un palo de vainilla.

Se cuece la leche con cincuenta gramos de azúcar y el palo de vainilla. Después de fría, se mezcla con la harina, sin que quede ésta apelmazada, se acerca á la lumbre y dándole vueltas sin parar, se hace cocer hasta que forme una crema espesa para que después de fría pueda cortarse con el cuchillo.
Se corta en pedazos de la forma que se desee y se rebozan en huevo y pan rallado, friéndolas en aceite bien caliente y espolvoreándolas con azúcar pasado, por tamiz.

Coste aproximado, 1,15 pesetas.


Torrijas
Dos panecillos largos franceses. Cuatro huevos. Un cuartillo de leche. Doscientos gramos de azúcar. Medio cuartillo de vino blanco bueno. Medio kilo de aceite.

Se parten á rebanadas los panecillos, de un dedo de grueso, se empapan bien en leche, se mojan en huevo batido, se fríen en aceite hirviendo y se colocan en una fuente.
Con el azúcar y tres copas de agua donde se pone un palo de canela se hace un almíbar que quede reducido á la mitad. Se mezcla el vino con el almíbar y se vierte sobre las torrijas, espolvoreándolas con azúcar y canela molida.

Coste aproximado, 2 pesetas.



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© 2013 Eduardo Valero García - HUM 013-165 EFEMERIDES1913

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