martes, 6 de julio de 2010

El Paseo de las Acacias a principios del siglo XX

El Paseo de las Acacias es la continuación de la Ronda de Valencia, hacia el Oeste; arteria de Madrid que baja al Manzanares y es, y era, propicia para los baños de sol.

La Esfera, "El Concurso del Vestido de cuatro pesetas" 1934
En esa zona, correspondiente al Distrito de La Inclusa, se establecían gran cantidad de industrias, entre ellas la fábrica de Gas, fundiciones de sebo, fábricas de curtidos y de papelas pintados, fábricas de papel continuo y cartón, almacenes de madera, fundición de hierro y metales y construcción de máquinas del Sr. Noriega. También estaban allí la gran factoría de la Sociedad Española de construcciones metálicas y La Papelera Madrileña.

En el número 2 del Paseo estaba la Fábrica de Gas, que ocupaba una gran extensión de terreno, llegando por el Paseo de los Olmos hasta el de las Acacias, y saliendo a la ronda por la calle del Gasómetro.

En otros tiempos el Rastro tenía principio en la plaza de Cascorro, seguía por la Ribera de Curtidores, cruzaba la ronda de Toledo y finalizaba en el Paseo de las Acacias. Este último tramo era una línea de covachas o puestos que conformaban el 'Bazar Americano'.

En la revista 'Madrid Cómico' del año 1902 se hace referencia al Paseo de las Acacias al hablar de los floridos nombres de algunas calles madrileñas:


Fue en el siglo XVIII cuando se plantaron los árboles que dieron nombre al Paseo.


Pero la cosa no era tan florida en las postrimerías del XIX y principios del XX. Allí había sucias tabernas donde se reunían gentes de baja ralea, ladrones y mangantes.

En la fotografía de la izquierda, del fotógrafo Benitez-Casaux, podemos ver una de esas penosas tabernas, medio prefabricada y sostenida por su propia mugre. Los personajes que aparecen son el periodista Ignacio Carral y el dibujante Rivero Gil, que preparaban una entrevista para La Estampa sobre los delincuentes que paraban en aquella zona. (ver entrevista del año 1930)

De las fábricas que mencionábamos, una era la de carbón  mineral alquitranado y de bencinas, propiedad de D. Felipe Ruano (hermano de D. Francisco Ruano, secretario del Ayuntamiento). Por desgracia un incendio acabó con aquella empresa el 29 de junio de 1918.
Tal fue la magnitud de aquel trágico suceso que el propio Alfonso XIII se interesó por los detalles del siniestro.
Las fotografías inferiores muestran el incendio de la fábrica, que al Poniente lindaba con La Papelera Madrileña, al Norte con la fábrica de gas y al Sur por los almacenes de la Alhóndiga y los de la estación de Las Pulgas.



Parece que los incendios eran frecuentes en el Paseo. En 1931 quedó consumida por el fuego una fábrica de juguetes; ocurrió la noche del 5 al 6 de enero de aquel año.


El tranvía
No podía faltar en el Paseo un tranvía. En 1903 se solicitaba la prolongación de la línea que llegaba a la Ronda de Valencia hasta la Glorieta del Puente de Toledo por el Paseo de las Acacias.
En las imágenes inferiores vemos algunas noticias relacionadas con el tranvía de esta zona.


'Gaceta de los Caminos de Hierro', 16 de mayo de 1903


PINCHA SOBRE EL TEXTO

'La Libertad', 11 de agosto de 1931


Las Escuelas Reformadas
Contra la voluntad de Pepe Botella, "que no tenía tiempo para ocuparse del a b c", España logró hacer de la enseñanza un pilar fundamental. Este empeño, fruto del trabajo del Ministerio de Instrucción Pública y el propio Ayuntamiento de Madrid, consolidó la enseñanza primaria como factor primero entre todos los factores de la vida social.
Así nacerán en el Paseo las Escuelas Reformadas, más tarde denominados Grupos Escolares.
De estos, destacamos el G. E. Legado Crespo, la primer Granja Escolar que funcionará en España, y que se inaugurará el 14 de abril de 1936.


El Montecarlo madrileño
De todas las cosas que hemos nombrado que había en el Paseo de las Acacias destaca una, el 'Montecarlo' madrileño.
Lugar lúdico por excelencia, los días de fiesta el pueblo rendía culto a la diosa Fortuna con un bombo de alambre que sustituía a la ruleta, los cartones numerados a los paños y las piedras a las fichas.
Al grito de ¡Y va bola! daba comienzo el sorteo. Los jugadores, cartón en mano, iban colocando piedrecillas en los números cantados con la esperanza de llenar el cartón.



Hasta aquí nuestro recorrido por una pequeña parte de la historia del Paseo de las Acacias. Muchas más quedan por contar de este pintoresco Madrid.



© 2010-2015 Eduardo Valero García - HUM 015-001 ACACIAS
ISSN 2444-1325

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